CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Descubren en Argentina un depredador emparentado con los “marsupiales de dientes de sable” sudamericanos, que habitó hace 9 millones de años

El análisis de los restos fue realizado por un equipo internacional de investigación liderado por una especialista del CONICET.


Paleoilustración mostrando dos individuos de Dimartinia pristina. Artista: Jorge A. Gonzalez.
Mandíbula fosilizada de Dimartinia pristina. Gentileza Catalina Suarez.

Un grupo internacional de especialistas llevó a cabo un estudio, publicado en la revista Journal of South American Earth Sciences, en el que se describe una nueva especie extinta de depredador metaterio sudamericano: Dimartinia pristina. El fósil sobre el que se basó el estudio —una mandíbula hallada en 1987 en el yacimiento pampeano de Arroyo Chasicó, en la provincia de Buenos Aires, datado entre unos 9 a 10 millones de años— permitió proponer un nuevo grupo de especies emparentadas, los Thylacosmiliformes, que agrupa a Dimartinia con sus parientes más cercanos. A partir del análisis morfológico y filogenético, el equipo logró reconstruir cómo ciertas regiones del rostro evolucionaron de forma modular en este singular linaje. “El hallazgo de Dimartinia es clave para entender esas transformaciones anatómicas: muestra cómo algunas características especializadas comenzaron a desarrollarse en formas pequeñas y generalizadas”, explica Catalina Suárez, becaria postdoctoral del CONICET en el Grupo de Paleobiología y Paleoecología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.) y paleontóloga líder del estudio.

El nombre del género honra a Vicente Di Martino, naturalista y fundador del Museo Municipal de Ciencias Naturales de Monte Hermoso, quien recolectó el ejemplar original que constituye el holotipo de la especie.

La investigación, liderada por Suárez, describe una nueva especie extinta de esparasodonte (grupo de metaterios depredadores sudamericanos, pariente extinto de los marsupiales). “Este hallazgo sugiere la existencia de un ‘linaje fantasma’: un grupo que permaneció durante millones de años sin dejar registro fósil, y cuya presencia se deduce por la aparición de rasgos morfológicos inesperadamente primitivos en especies más recientes. En el caso de Dimartinia, encontramos una morfología más primitiva que la de sus parientes más cercanos, inesperada para una edad tan reciente dentro del registro fósil del grupo. Esto indica que la especie existió desde mucho más tiempo antes que la edad de este fósil que ahora identificamos”, explica la especialista.

La nueva especie representa una forma generalizada dentro de un linaje al que pertenecen los Thylacosmilidae, conocidos popularmente como los “marsupiales dientes de sable” sudamericanos. “Debido a que no se halló el cráneo, solo pudimos estudiar rasgos de la mandíbula y las inferencias que pudiéramos hacer a partir de ellos. Los marsupiales dientes de sable se caracterizan porque sus colmillos de arriba son gigantes, y tienen una expansión de hueso muy grande en la parte de adelante de la mandíbula, que aparentemente permitiría darle estabilidad a ese colmillo al momento de morder su alimento, evitando que este diente tan filoso y delgado como una espada se rompa. Es como una especie de bolsillo que sirve de guía al cerrar la boca. Hemos observado que en algunos marsupiales dientes de sable esta expansión es más grande, en otros es más chica, pero siempre va de la mano del tamaño del colmillo de arriba. Esta expansión la encontramos también en Dimartinia y es bastante pequeña, por lo que pensamos que posiblemente no presentaba aún los colmillos de sable tan desarrollados que caracterizan a sus parientes más derivados”, aclara Suarez.

Normalmente los marsupiales tienen tres premolares, que son los dientes que tienen los mamíferos entre el canino (colmillo) y las muelas. Los marsupiales dientes de sable tienen solo dos premolares, por el canino tan grande y otras modificaciones de su cráneo. En el caso de Dimartinia, aparecen tres premolares, pero los primeros dos son muy pequeños. Esto permite observar que inicialmente el primer premolar se empieza a reducir y ya en los otros tilacosmiliformes (como Thylacosmilus, Patagosmilus y Anachlysictis) desaparece.

El análisis integró estudios morfológicos y permitió estimar que Dimartinia era un carnívoro de pequeño tamaño (unos 3 kg) con una dieta estrictamente basada en tejidos blandos. Además, el fósil presenta un detalle poco común: lesiones óseas compatibles con una herida traumática. 

Las características de las marcas sugieren que fue una mordida, posiblemente producto del ataque de otro mamífero o de una pelea entre individuos de la misma especie, un comportamiento conocido como “agonístico”, común entre machos que compiten por territorio o pareja. “La herida muestra signos de infección y un proceso de cicatrización activo, que se habría extendido entre quince días y tres meses. Consultamos con Walter Acosta, patólogo veterinario y coautor de este estudio, para confirmar que la herida no estaba completamente curada al momento de la muerte. Sin embargo, no podemos afirmar si esa fue la causa”, aclara Catalina Suárez. “Observamos dos surcos en la mandíbula, junto a una reacción periostal, lo que indica que el animal sobrevivió al menos dos semanas tras la lesión, aunque esta no llegó a cicatrizar del todo”, explica Acosta.

El equipo de investigación está conformado por científicos y científicas del CONICET, Universidad Nacional de La Pampa, la Universidad Nacional de La Plata, Universidad Nacional del Sur, el Museo de La Plata, Fundación de Historia Natural Félix de Azara e instituciones extranjeras como la Universidad del Rosario (Colombia), el Instituto Smithsonian de Panamá (Panamá) y el Field Museum of Natural History de Chicago (Estados Unidos).

Para concluir, la experta señala que la paleontología, más allá de este estudio en particular, permite comprender cómo fue la vida en el pasado y cómo los cambios en el planeta a lo largo del tiempo han afectado a las especies. “Así como en este caso inferimos diversos aspectos acerca de una especie, también podemos usar el pasado para entender procesos actuales, como el cambio climático. Sabemos que ciertas especies, como los esparasodontes, posiblemente se extinguieron por transformaciones geológicas y ambientales ocurridas en Sudamérica. Hoy enfrentamos un cambio climático acelerado y conocer cómo respondieron los organismos en el pasado nos ayuda a anticipar cómo responderán en el futuro (por ejemplo, qué especies podrían sobrevivir más probablemente y cuáles son las más vulnerables), y a tomar decisiones informadas. La paleontología, en definitiva, ofrece herramientas para entender tanto el pasado como el futuro de la vida en la Tierra”, concluye la científica.

Suarez, C., F. J. Goin, C. I. Montalvo, W. Acosta, E. Cadena y R. L. Tomassini. 2025. A small extinct biter: New South American metatherian predator (Sparassodonta) from the Late Miocene of Argentina. Journal of South American Earth Sciences 105377. doi: https://doi.org/10.1016/j.jsames.2025.105377