CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Agricultura urbana: una actividad con más beneficios que producir alimentos en las ciudades

Una investigadora del CONICET Mendoza llevó a cabo un análisis sobre la agricultura urbana en América Latina donde sintetiza información científica producida en los últimos 21 años, y examina esta práctica como una estrategia frente a la pobreza urbana, la inseguridad alimentaria y otros efectos del crecimiento de las ciudades.


Encuentro de interesados, aficionados y agricultores urbanos en un espacio verde de Guaymallén, Mendoza. Foto: Fabiana Castellarini.
Bancales de madera utilizados para el desarrollo de huertas. Foto: Laura Crayón.
Repollo corazón de buey producido en una huerta urbana de Luján de Cuyo | Zanahorias tipo Chantenay producidas en huertas urbanas de Mendoza. Foto: Laura Crayón.
Bancal y celosía de madera para el desarrollo de huertas. | Huerta sobre bancal de madera. Fotos: Laura Crayón.
Hierbas aromáticas y hortalizas de hojas cultivadas en un pequeño contenedor de madera. Foto: Fabiana Castellarini

La agricultura urbana es, en un sentido amplio, toda actividad de producción de alimentos dentro y alrededor de áreas urbanas, que se realiza en espacios como balcones, azoteas, patios o terrenos baldíos, entre otros. Se caracteriza fuertemente por el contexto en el que se desarrolla, y en ella interactúan los sistemas: ecológico, social, económico y de gobernanza locales. Aunque en América Latina no es una práctica nueva, su relevancia actual ha crecido por los efectos del aumento poblacional de la región, las crisis políticas y económicas, y los desplazamientos forzados de personas.

Fabiana Castellarini, investigadora del CONICET en el Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.), realizó un análisis regional sobre la agricultura urbana en América Latina. El estudio sintetiza información científica producida en los últimos 21 años y examina esta práctica como una estrategia frente a la pobreza urbana, la inseguridad alimentaria y otros efectos del crecimiento de las ciudades.

“América Latina cuenta con una alta riqueza de actividades urbanas para la producción de alimentos. Teniendo en cuenta solo la parte dedicada a los de origen vegetal, es posible observar el uso de espacios unifamiliares, comunitarios, públicos o privados para cultivar. A ello se suman, actividades que implican el procesamiento y conservación de alimentos para abastecer el mercado local; actividades que reúnen personas para trabajar en diferentes etapas de la cadena de valor como, por ejemplo: generación de agro-insumos o transporte de los alimentos; y también hay actividades que reúnen personas con intereses recreativos, educativos y/o culturales, por mencionar los más frecuentes”, comenta la científica.

A partir de tres enfoques conceptuales - Servicios Ecosistémicos (SE), Contribuciones de la Naturaleza para las Personas (CNP) y Desarrollo Sostenible-  la científica identificó diecisiete SE, seis beneficios, seis activos y seis factores indirectos de cambio, que fueron intersecados con cuatro de las dimensiones del desarrollo sostenible.

Según la investigadora, el uso de estos marcos conceptuales le permitió organizar la información y comparar los avances en el estudio de la agricultura urbana en la región. “Esta estrategia permitió actualizar un tema que se ha estudiado desde hace varias décadas, insertarlo en la arena de las discusiones globales y brindar una herramienta alternativa tanto para abordar nuevos estudios como para guiar a los tomadores de decisión. Es importante remarcar que, aunque el trabajo consideró estudios generados en la ventana de tiempo de los últimos 21 años, durante la que se generaron los marcos conceptuales más recientes (SE y CNP), los estudios de agricultura urbana comenzaron varias décadas antes, y los trabajos anteriores son referentes tanto para los que emergieron en el período analizado como para el presente estudio”, aclara.

Los resultados del estudio muestran que, si bien la dimensión ambiental ha sido la más estudiada, aún existen vacíos importantes en las dimensiones social, económica y de gobernanza. Además, se identificaron fortalezas vinculadas a los beneficios para las personas y el ambiente, pero también debilidades relacionadas con el uso inadecuado de insumos y con riesgos para la salud humana y ambiental.

“Si estas actividades no se realizan de manera responsable y sobre la base de conocimiento de las comunidades que la practican y del que aporta la ciencia, también se pueden generar resultados no deseados como, por ejemplo, degradación y/o contaminación ambiental. Se ha observado también que la ausencia de regulaciones es propicia para la emergencia de conflictos sociales por tenencia de la tierra o emergencia de enfermedades y plagas. Es así, como una actividad que en principio contribuye positivamente al bienestar de las personas, también puede tener efectos negativos. El estudio pone también en evidencia que la agricultura urbana reúne múltiples actividades que necesitan de una fuerte educación ambiental y cívica, así como también de la necesidad de ser incluidas en las agendas de políticas públicas”, advierte Castellarini.

La investigación propone herramientas conceptuales y metodológicas para facilitar la incorporación de la agricultura urbana en planes de desarrollo sostenible. Además, enfatiza que los marcos de análisis utilizados y el rol de los agricultores urbanos y las instituciones locales son clave para sostener esta práctica en el tiempo y potenciar sus múltiples beneficios dentro de las ciudades.

Referencia bibliográfica:

Castellarini F. (2022) Urban Agriculture in Latin America: A Green Culture Beyond Growing and Feeding. Front. Sustain. Cities 3:792616. doi: 10.3389/frsc.2021.792616