CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES
Estudian el impacto del uso de pantallas en la salud visual
Un investigador del CONICET Mendoza analiza cómo la exposición prolongada a pantallas se asocia con la aparición de signos y síntomas de problemas visuales.


El uso excesivo de dispositivos electrónicos representa un riesgo creciente para la salud visual. Roberto Germán Rodríguez, investigador del CONICET y doctor en medio ambiente visual e iluminación eficiente del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (INAHE-CONICET), se especializa en el estudio de la relación entre las personas y las pantallas. En ese marco, dedica parte de su trabajo en el análisis del Síndrome Visual Informático (SVI), un conjunto de signos y síntomas provocados por el uso prolongado de pantallas, especialmente de celulares y computadoras.
La investigación analiza algunos síntomas tales como enrojecimiento, irritación o sequedad ocular, y síntomas como ardor, fatiga visual, dolor de cabeza, cuello o espalda. Para su diagnóstico utiliza herramientas como el cuestionario CVS-Q (Computer Vision Syndrome Questionnaire), que permite medir la frecuencia e intensidad de estos malestares en los usuarios y resulta en un puntaje que determina la ocurrencia de este síndrome. “Una de las recomendaciones más comunes para prevenir estos efectos es la regla del 20-20-20: cada 20 minutos, se debe mirar durante 20 segundos hacia un objeto ubicado a 20 pies de distancia (aproximadamente 6 metros). Esta práctica ayuda a reducir la fatiga visual y a cuidar la salud ocular, es la regla básica mínima, porque a veces uno no puede evitar no estar frente a la pantalla, pero si lo hacés, se recomienda realizar descansos visuales y posturales”, comenta Rodríguez.
También existen ciertos indicadores fisiológicos que permiten detectar signos o síntomas asociados al uso excesivo de pantallas. Estos métodos son considerados más objetivos, ya que no dependen exclusivamente del relato o percepción del individuo. Sin embargo, es importante entender que se trata de un fenómeno doso-dependiente: es decir, cuanto más tiempo se pasa frente a las pantallas, mayor es la probabilidad de experimentar molestias o alteraciones visuales.
Además de la duración de la exposición a pantallas, las condiciones del entorno visual influyen directamente en la salud ocular al usar pantallas, es clave la emisión de luz de estos dispositivos y su contraste con el entorno. En ambientes oscuros, el contraste entre la pantalla y el fondo puede ser excesivo, generando fatiga visual. “Lo recomendable es mantener un rango de contraste óptimo de 3:1 entre la luz que emite la pantalla (visión central) y la iluminación del entorno inmediato. Es decir, lo que rodea la pantalla no debería ser ni tres veces más brillante ni tres veces más tenue que esta”, enfatiza el investigador.
Por otro lado, según el científico, el tamaño físico del dispositivo no es tan relevante como la distancia de visualización, ya que lo importante es el tamaño aparente del estímulo visual. Una pantalla pequeña vista de cerca puede tener el mismo impacto que una grande observada desde más lejos. Sin embargo, mirar pantallas a corta distancia implica un esfuerzo constante de acomodación visual, ya que el sistema visual humano está naturalmente configurado para enfocar objetos lejanos. Este esfuerzo, sostenido en el tiempo, puede generar fatiga visual, por lo que se recomienda interactuar con pantallas ubicadas a mayor distancia siempre que sea posible.
“Lo ideal es ir variando la distancia de enfoque y evitar sostener la vista en distancias cortas durante mucho tiempo”, sugiere el investigador. Además, desaconseja el uso del celular en la cama, no solo por el impacto visual, sino también por razones de higiene del sueño: “Hay espacios para cada cosa, y la cama debería ser un lugar para descansar, no para seguir estimulando la vista con pantallas. La luz es el principal sincronizador de nuestro reloj biológico. Si te expones a la luz en horarios nocturnos, no vas a segregar melatonina y te va a costar dormir, en particular por la componente de luz azul que emiten estos dispositivos”, afirma Rodríguez.
Más allá de las diferencias técnicas entre dispositivos, lo esencial es comprender cómo el uso cotidiano de pantallas -y también de otros formatos de lectura- impacta en la salud visual y general. “No se trata solo de qué usamos, sino de cómo, cuánto y en qué condiciones lo hacemos”, concluye Rodríguez, quien insiste en la importancia de hacer pausas, alternar con movimiento y cuidar la higiene del sueño para minimizar los efectos del uso prolongado de pantallas.