CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

Lanzan una plataforma web que recopila la historia de la gestión del agua en Cuyo

Se trata de un espacio digital de acceso abierto llevado a cabo por especialistas del CONICET, archivos públicos y organismos de gestión del agua, que tiene como objetivo contribuir a una gestión ambiental más consciente y sustentable del recurso hídrico.


Foto: aguascuyanas.org

El Laboratorio de Aguas Cuyanas, red de investigación en humanidades digitales ambientales compuesta por especialistas del CONICET, archivos públicos y organismos de gestión del agua, lanzó su nueva plataforma web: https://aguascuyanas.org/. Se trata de un espacio digital de acceso abierto que articula historia, tecnología y ciencia para contribuir a una gestión ambiental más consciente y sustentable del recurso hídrico.

Dentro del sitio puede encontrarse información sobre el Archivo Histórico del Agua, dependiente del Departamento General de Irrigación; publicaciones científicas; proyectos de investigación e innovación tecnológica, pasados y en curso, realizados en articulación con distintas instituciones públicas y académicas.

También se puede acceder a un repositorio —que se actualizará periódicamente— con documentos históricos digitalizados sobre la gestión del agua en Cuyo, y al Blog del Agua, un espacio para la reflexión y el debate, donde cualquier persona o colectivo puede aportar experiencias, relatos y conocimientos sobre la temática.

Sobre los orígenes del Laboratorio de Aguas Cuyanas

Más de diez años han pasado desde que comenzaron los trabajos de lo que hoy es el Laboratorio de Aguas Cuyanas.

Facundo Martín, investigador del CONICET en el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA-CONICET) y codirector del proyecto, comenta que el Laboratorio tiene sus orígenes en 2013, cuando Mark Healey —profesor asociado y director del Departamento de Historia de la Universidad de Connecticut, y también codirector del Laboratorio— visitó Mendoza para realizar una estancia de trabajo en el CONICET. Durante esa visita, lograron acceder a lo que, en aquel momento, se denominaba "archivo pasivo" del Departamento General de Irrigación.

“En ese momento comenzamos a tomar dimensión de todo el patrimonio valiosísimo que existía en ese archivo, y que estaba en riesgo: no era accesible, estaba descuidado y sin atención por parte de los investigadores y de la sociedad en general”, cuenta el científico.

Luego, en 2018, los investigadores iniciaron conversaciones con las autoridades del Departamento General de Irrigación sobre la importancia de poner en valor el archivo. Según Martín, esto implicaba dimensionar, identificar, caracterizar y catalogar archivísticamente el material. “Eso lo logramos gracias al trabajo de mi equipo del INCIHUSA, con muchos becarios y becarias doctorales y posdoctorales, pero también con la activa participación de Mark Healey. Esa tarea se realizó en el marco de un acuerdo de asesoría técnica que firmamos ese año. En ese mismo momento, también logramos que el Departamento General de Irrigación, a partir de nuestro trabajo, creara formalmente —por resolución de superintendencia— el Archivo Histórico del Agua, que es una institución archivística dentro del Departamento”, relata el investigador.

La colaboración interinstitucional como motor fundamental para el desarrollo del Laboratorio de Aguas Cuyanas

Según el científico, la transición digital hacia lo que hoy es el Laboratorio de Aguas Cuyanas implicó establecer alianzas con otras instituciones y actores vinculados a la cultura de los archivos y la digitalización. “Actualmente tenemos un proyecto de colaboración con la Universidad de Connecticut, y eso es lo que nos ha permitido montar esto que llamamos Laboratorio de Aguas Cuyanas, que tiene un fuerte vínculo con el Archivo Histórico del Agua, pero no es lo mismo, porque el Laboratorio busca ser un espacio de experimentación, investigación, reflexión y activación patrimonial que excede las funciones, misiones y posibilidades del Archivo. Hacia adelante, la idea es poder ampliarlo hacia otros archivos, hacia otros organismos públicos o eventualmente privados que también se interesen por —o custodien— patrimonios de este tipo, para lograr construir una red. Porque es lo que nosotros pensamos: este laboratorio, aunque tiene dispositivos físicos ubicados en espacios concretos, también es una red que trasciende un lugar y una sola institución”.

Además, Martín resalta que la naturaleza del archivo y del trabajo archivístico, atravesado por la transición digital, implica necesariamente la participación de distintas instituciones: de ciencia, de custodia documental, pero también de aquellas que han desarrollado la tecnología. “El financiamiento para la ciencia —y específicamente para la activación y conservación patrimonial— es difícil de conseguir, particularmente en el sur global y en Argentina. Por eso, nos hemos valido de estas colaboraciones para poder llevar adelante un proyecto que, de otra manera, requeriría un financiamiento enorme”. El uso de herramientas de código abierto también fue fundamental para concretarlo.

“Parte de la cultura colaborativa tiene que ver con poner en valor el patrimonio público, el patrimonio hídrico, el saber público, la ciencia pública, la educación pública. Hay una preocupación y una intencionalidad por democratizar el acceso al conocimiento y la discusión sobre los recursos hídricos de la región, así como por fomentar una reapropiación social del patrimonio. Existe una necesidad de debatir las políticas sobre lo que se debe hacer en relación con la sustentabilidad, sobre qué significa manejar el agua de manera racional. Todos esos debates se abren a partir de una colaboración entre instituciones que, de otro modo, no sería posible. También me parece importante destacar el rol de la universidad, con la cual existe un diálogo constante para aumentar la difusión de este proyecto y para que estudiantes, nuevas generaciones y profesionales se vinculen con esta agenda de trabajo, que para nosotros es de vanguardia, con mucho futuro, y que permite el acceso al conocimiento y la actualización sobre nuevas agendas de investigación en historia, en temas ambientales, en transición digital y en transición socioecológica”, concluye el científico.

Participan del proyecto, Laboratorio de Aguas Cuyanas: Facundo Martín y Mark Healey, codirectores. Facundo Rojas, investigador del CONICET en el Instituto de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza) y Elma Montaña, investigadora del CONICET en el INCIHUSA. Marianel Falconer, becaria doctoral del CONICET en el INCIHUSA; Martín Federico Ortiz, becario doctoral del CONICET en el INCIHUSA; Facundo Fernández Rinaldi, becario doctoral del CONICET en el INCIHUSA; Laura Ortega, Profesora de Administración Ambiental en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo y Juan Pablo Fili, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).